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Mostrando entradas de junio, 2012

La Batalla de Arica

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Batalla de Arica, gesta historica, la memoria de grandes personajes pervive, pero no se debe olvidar a los responsables reales, aquellos políticos y militares pierolistas que abandonaron a su suerte al ejercito del sur, lo mismo harían en chorrillos y miraflores. Rescatemos pues la dignidad sublime que supieron demostrar aquellos que abandonados a su suerte no rindieron nunca el pabellón nacional, así murieron y así los recordaremos siempre .

Batalla de Arica - Antecedentes

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La victoria peruana en Tarapacá no cambió los resultados estratégicos de la invasión chilena y el I Ejército del Sur, por una serie de circunstancias, se vió en la imperiosa necesidad de emprender la retirada hacia la ciudad de Arica. La difícil marcha sobre áridos desiertos duraría veinte días, pero finalmente, el 18 de diciembre, el general Buendía arribó a su destino con un total de 3,416 hombres, incorporándose luego 634 dispersos. Consolidada la ocupación de la provincia de Tarapacá, el ejército chileno emprendió la segunda fase de la guerra terrestre, que denominaría Campaña de Tacna, la cual se desarrollaría en un vasto escenario que abarcaba los límites de los ríos Ilo y Moquegua por el norte y los ríos Azapa y Azufre por el sur. Los peruanos aun controlaban esa región a través del I y el II Ejército del Sur, dividido entre Arica y Arequipa, mientras que los bolivianos guarnecían el departamento de Tacna. Sin embargo, los aliados, faltos de armamento y provisiones,

Batalla de Arica - Primera parte - Disposiciones

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Batalla de Arica - Disposiciones  Ante la terca negativa de los oficiales peruanos, el general Baquedano acordó con su Estado Mayor efectuar el asalto a las posiciones peruanas al amanecer del 7 de junio. El general chileno encomendó la responsabilidad del ataque al coronel Pedro Lagos. A las 11 de la mañana del seis de junio, un día antes de la fecha fijada para el asalto frontal, los chilenos efectuaron un violento ataque de artillería. Poco después siguió un ataque desde el mar, envolviendo a Arica entre dos fuegos. El comandante de la escuadra chilena, contralmirante La Torre, en coordinación con el comando de tierra dispuso que el Loa provisto de un nuevo y potente cañón Armstrong dispare contra las baterías del norte. La Covadonga a 2,300 metros de distancia, rompió fuegos contra el fuerte Este. La Magallanes, a poco más de tres kilómetros de la costa disparó contra las baterías del morro y el fuerte Ciudadela, al tiempo que el blindado Cochrane, buque insignia del

Batalla de Arica - Segunda parte - El Asalto

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Batalla de Arica - El Asalto Las primeras horas del siete de junio, los regimientos chilenos fueron agrupándose de acuerdo al plan de ataque, lo que les resultó fácil teniendo en cuenta que en esos momentos no se habían desplegado avanzadas peruanas. A continuación marcharon en columnas, por compañía, en completo silencio, con el objeto de acercarse lo mas posible a las posiciones adversarias en el sector este. A 1,200 metros del objetivo se detuvieron y aguardaron. Conforme al plan, el Tercero de Línea se dispuso a atacar el fuerte Ciudadela, mientras el Cuarto de Línea se preparó para hacer lo propio contra el fuerte Este. El Buin se mantuvo en la reserva para entrar en acción cuando fuera requerido, mientras el regimiento Cazadores a Caballo permaneció en la retaguardia del campamento, avivando las fogatas a fin que los peruanos pensaran que los chilenos aún seguían ahí. Por su parte, el regimiento de infantería Lautaro y el de caballería, Carabineros de Yungay, avanzaron uno

Batalla de Arica - Epilogo

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ARICA: EPILOGO Cuando la terrible batalla cesó definitivamente, Arica presentaba un espectáculo impactante. Cientos de cadáveres regados por doquier, ríos de sangre, llamaradas sin apagar y humaredas que no se disipaban (16). La batalla de Arica fue una de las más cruentas del siglo XIX. Pocos combates arrojaron tan alto número de bajas y el aniquilamiento casi total de batallones como fue el caso del Artesanos o el Granaderos de Tacna. En pocas batallas, incluidas las de la era napoleónica, perecieron casi todos los altos oficiales, como fue el caso de lo peruanos y en muy pocas el números de prisioneros fue tan reducido comparativamente a los muertos. Las dramáticas cifras no hacen sino demostrar que no se dio ni se pidió cuartel. La mortandad de los peruanos fue terrible y registra una de las más altas en relación al número de combatientes, reflejo de la determinación con la que se defendió la posición. De los 1,650 hombres que tomaron parte activa en la batalla por